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Piazzolla

Su obra a través de los años

Su obra través de los años

Mar del Plata, Argentina, 11 de marzo de 1921. En ese lugar y momento nació Astor Pantaleón Piazzolla, único hijo de Asunta Manetti y de Vicente Piazzolla (a quien llamaban Nonino). Cuatro años después, la familia se trasladó a Nueva York y vivió allí más de un decenio, salvo un fugaz retorno en 1930.

Cuando Astor tenía 8 años su padre le regaló un bandoneón usado de 18 dólares. «Lo trajo envuelto en una caja, y yo me alegré: creía que eran los patines que le había pedido tantas veces. Fue una decepción, porque en lugar de los patines me encontré con un aparato que no había visto en mi vida» (*).

Después de varios intentos de magro resultado, el chico estudió algunos meses con un músico amigo de su padre, Andrés D’Áquila, y se animó a tocar en público.

En 1933 tomó clases con un pianista húngaro, Bela Wilda, discípulo del gran Sergey Rachmaninov. Así lo recuerda el propio Astor: » Wilda tenía un piano de cola. Ni mis padres ni él tenían mucho dinero. (.)

Empecé a tomar clases con el maestro gracias a que mi mamá le hacía el servicio de manicura gratis y dos veces por semana le mandaba una enorme fuente de pastas. (.) Él me enseñó a amar a Bach.» (*) Poco después conoció a Carlos Gardel que se hizo amigo de la familia.

El cantor solía emplear al niño como traductor y mandadero e insistió en que actuara una escena fugaz de la película Tango Bar (1935) encarnando a un chiquilín vendedor de diarios. Esa secuencia, intrascendente para el filme, vinculó de un modo premonitorio, casi mágico, al tango clásico con el creador que habría de renovarlo.

 

En 1936 la familia Piazzolla volvió a Mar del Plata y Astor empezó a tocar en algunos conjuntos. El adolescente escuchó el sexteto de Elvino Vardaro (años más tarde su violinista) y se sintió hechizado por la forma diferente que tenía de expresar el tango.
En 1938 se radicó en Buenos Aires. Luego de probar fuerzas en conjuntos menores, tuvo su oportunidad dorada: ingresó en la famosa orquesta de Aníbal Troilo Pichuco, legendario intérprete del bandoneón, a quien reconoció como uno de sus maestros. Corría 1939.

Primer conjunto

En 1942 se casó con Dedé Wolf y del matrimonio, nacieron Diana (1943) y Daniel (1944). Por entonces sus arreglos eran ya demasiado avanzados para la época y Troilo solía atenuarlos para no ahuyentar a los milongueros.
Astor celebró el nacimiento de Diana con una composición erudita: Suite para cuerdas y arpa.
Y en 1944, disuelto ya su vínculo con Pichuco, condujo la formación que acompañó a otro emigrante de Troilo: el cantor Francisco Fiorentino.

Tras ese paso intermedio armó su primer conjunto y lo dirigió durante tres años. Aunque su formación era la habitual, ya entonces Piazzolla empezaba a mostrar un claro impulso renovador mediante obras y arreglos de dinamismo y elaboración armónica singulares.
Aquella música ciudadana, moderna, diferente, propuesta por el joven director, despertó la primera ola de inquietud entre los seguidores del tango tradicional.

En 1946 compuso El desbande, al que llamó su «primer tango» porque inauguró una estructura formal que se apartaba de las normas habituales. Poco después empezó a escribir partituras para cine.

 

 

En 1949 sintió la necesidad de disolver su orquesta, apartarse del bandoneón y olvidarse del tango.

Buscaba otro destino, más cercano a la estética de Bela Bartok e Igor Stravinsky; aprendía orquestación con Herman Scherchen (de visita en Buenos Aires) y oía mucho jazz. Deseaba dominar una forma de expresión distinta, por eso, a los 28 años, se dedicó tan sólo a estudiar y a componer.

Entre 1950 y 1954, sin embargo, regresó al tango con un grupo de obras claramente renovadoras que empezaron a definir su estilo: Para lucirse, Tanguango, Prepárense, Contrabajeando, Triunfal, Lo que vendrá.

En 1953 presentó en el concurso Fabien Sevitzky tres movimientos sinfónicos titulados Buenos Aires. La obra, compuesta en 1951, ganó el primer premio y fue interpretada en la Facultad de Derecho de Buenos Aires por la Sinfónica de Radio del Estado con la dirección del propio Sevitzky. La batahola promovida por sectores «cultos» del público fue comparable a la que, en 1913, había desatado el estreno en París de Consagración de la primavera (Igor Strawinsky) bailada por el gran Vaslaw Nijisnky. En el caso Piazzolla, el pretexto para los gritos, los insultos y los puñetazos fue la inclusión en la orquesta de dos bandoneones.

Reconocimiento

Los siguientes diez años fueron los mejores de Piazzolla en lo que atañe al reconocimiento de su arte y a la difusión de su música. Aclamado en sus giras por Europa, Sudamérica, Japón y Estados Unidos, se prodigó en conciertos con el Quinteto, orquestas sinfónicas, cuartetos de cuerdas, su sexteto y presentaciones como solista. Numerosas grabaciones dan testimonio de ese lapso triunfal que se prolongó hasta 1990.

En 1982 escribió Le Grand Tango, para chelo y piano, dedicado al gran chelista ruso Mstislav Rostropovich. La obra fue estrenada por éste ocho años mas tarde.
En 1983 el Teatro Colón de Buenos Aires, máximo escenario argentino de la música culta, le rindió el homenaje que merecía: un programa íntegramente dedicado a su obra. Para la ocasión Astor rearmó el Conjunto 9 e intervino como solista de su célebre Concierto para bandoneón y orquesta junto a la sinfónica dirigida por Pedro Ignacio Calderón.

En 1984 actuó con la cantante Milva, registró Live at the Bouffes du Nord y se presentó con el Quinteto en Viena, donde grabó el CD Live in Wien.
En 1985 fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires y estrenó en Bélgica su Concierto para Bandoneón y Guitarra : Homenaje a Lieja, con la dirección de Leo Brouwer en el Quinto Festival Internacional de Guitarra.
En 1986 obtuvo en París el Premio Cesar por la banda sonora del filme El exilio de Gardel y participó en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza, donde grabó en vivo con Gary Burton la Suite for Vibraphone and New Tango Quintet.

Central Park de Nueva York

Un año más tarde, con la Orquesta de St. Luke’s, dirigida por Lalo Schifrin, grabó en vivo, en Central Park de Nueva York, ante una multitud extasiada, sus Concierto para Bandoneón y Tres Tangos para Bandoneón y Orquesta. Finalmente la ciudad de su infancia le prestaba atención. Así lo documentan los discos editados en Estados Unidos en el último tramo de los ’80: entre otros, Tango Zero Hour, Tango apasionado, La Camorra, Five Tango Sensations (con el Kronos Quartet), Piazzolla con Gary Burton… En 1988, pocos meses después de grabar La Camorra, fue operado del corazón (cuatro by-pass). Y en los primeros tramos de 1989 formó el que sería su último conjunto, el Sexteto Nuevo Tango, de formación inusual: dos bandoneones, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y violonchelo.

En junio de ese año se presentó con él en el Teatro Ópera de Buenos Aires y cumplió una extensa gira por Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Holanda.
A fines de 1989 disolvió el conjunto y continuó presentándose como solista con cuartetos de cuerdas y orquestas sinfónicas. La revista Down Beat lo calificó uno de los mejores instrumentistas del mundo. El 4 de agosto de 1990, en París, sufrió una trombosis cerebral. Después de casi dos años de sufrir las consecuencias de esta enfermedad, murió en Buenos Aires el 4 de julio de 1992. Los más de mil títulos de su obra influyeron sobre los mejores creadores de su época y dieron al tango un nuevo rostro, universal.

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